lunes, marzo 07, 2005

"Cuando las Rosas Caen" parte 2

Miedo, esa es la palabra que mejor define mi vida. Durante estos años me he pasado cada segundo del día preguntándome que habría sido de mi vida de haber tomado esta o aquella decisión. Pero si supiera que por una sola vez en mi vida he amado de verdad, ¿podré decir que no he vivido en vano?
Es cierto, desde Marcela a este punto de mi vida, muchas mujeres han sido mis amantes. Con ellas he disfrutado de placeres inmensos, momentos de pasión incontables y orgamos por montones, ¿pero que he ganado con eso? ¿Me siento vivo ahora?
Desde un principio te he dicho que Marcela fue alguien muy especial en mi vida. Durante nuestros primeros meses de relación fuimos inseparables, como toda pareja al comienzo. Descubrí un nuevo mundo, despertaba cada día con una sonrisa y disfrutaba de cada segundo con ella. En casa, Marcela fue recibida como una reina. A todos les sorprendía el hecho que haya podido sacarme de mí, hasta entonces, habitual melancolía pero ella siempre respondía que no hizo nada, que todo fue fruto de mi valor al confesarle mis sentimientos porque ella nunca se habría atrevido a hacerlo.
El año escolar acabó y si bien veía a Marcela con frecuencia, el no verla a diario provocaba en mí una angustia tremenda. Con metro decidimos irnos de campamento un par de días, lo más raro de todo es que él quiso que fuésemos solos, nadie más del grupo.
Fue un viernes cualquiera de fines de enero, el tiempo era agradable, lo único malo era que no había brisa por lo que la caminata fue un verdadero asco. El lugar en el que acampamos finalmente, quedaba a 5 Km. del pueblo más cercano. Un estero pasaba cerca y fue ahí donde nos instalamos. Metro estaba muy callado, no hablo mucho ni durante el viaje ni en la caminata final. La noche llego pronto y decidimos prender una fogata y ahora que lo pienso creo que Metro esperaba que anocheciera para contarme lo que le pasaba, quizás necesitaba sentirse seguro bajo el manto oscuro de la noche, de esa oscuridad tan profunda como la angustia que lo acongojaba. Sus ojos miraban el fuego rojizo cuando me dijo ¿recuerdas a Mariana?? Claro que la conocía, era una amiga que le había presentado Marcela un par de meses antes. Esta esperando un hijo mío. ¿Sabes lo que eso significa? La voz de metro sonaba diferente, sin duda el peso de esta responsabilidad le había afectado. Se paro y se dirigió hacia el estero y guardo silencio por unos instantes, mi mente me decía que debía decirle algo pero no podía hablar, era la primera vez en todos los años que conocía a mi amigo en verlo vulnerable y temeroso, nunca le había visto como lo vi. Esa noche. ¿Qué harás ahora? Atine a decirle. No sé, no sé que mierda hacer, tengo miedo weon. Miedo de lo que pueda pasar. Tú sabes como es esta wea, te caga la vida para siempre y recién tenemos 15 años. ¿Sabes a que edad me tuvo mi papá? A los 38 años y tu has visto como me trata, no significo nada para el, solo soy algo que le pertenece, como su auto o su casa en pucón y yo weon, voy a tener un hijo a los 15 años. Siempre me dije que si alguna vez tenía un hijo, no seria como mi padre, el seria algo especial para mi, algo como tu padre, sabes, siempre te he tenido envidia. Tu padre es como un gran amigo para ti, incluso yo para el soy alguien especial, alguien que no tendría porque preocuparle es especial para el y mi padre no es capaz de decirme buenas noches antes de dormir. La voz de metro dejo de hablar. Yo seguí sentado frente a la fogata mientras Metro veía como el caudal del estero avanzaba inexorablemente hacia un destino desconocido quizás comprendiendo que desde ahora su vida se encaminaba por un sendero lleno de incertidumbre dejando atrás sueños, esperanzas y lo que es más importante el anhelo de seguir viviendo.


La noticia del embarazo de Mariana no tardo en expandirse. Los padres de ella no trataron de disimular su descontento lo que había pasado con su hija. El padre de Metro se mostró tan indiferente como siempre y su madre solo se limito a decir que ellos correrían con todos lo gastos médicos que fuesen necesarios durante el “asunto familiar” como solía llamarlo ella.
Por favor, no te enojes si me alargo al contarte esto, pero si bien esto parece lejano a mi, no es así porque hasta ese momento yo veía en Metro a alguien a quien emular. El era el líder de la pandilla, siempre con una sonrisa y una mano para ayudar pero cuando lo vi frente a ese estero temeroso y con el alma rota, algo en mí también se quebró haciéndome recordar esas lejanas palabras de mi padre, "nunca olvides que Dios no existe" y comprendiendo así que soñar es una mierda...